Corrían los 90, llovía grunge, nacían ovejas clonadas, una princesa moría en un túnel franchute e internet era aún un bebé de pecho. ¿Y qué hacíamos sin netflix? Por esos años cavernarios todos aquellos perdedores que, sin novia con quien emborracharse mirar puestas de sol, se juntaban a jugar con unas cartitas mágicas de seres mitológicos, poderes inimaginables y fantásticas aventuras que jamás viviríamos por nosotros mismos: Magic, The Gathering o “mallic” para los amigos. Como soy una persona muy curiosa (y no por falta de otra cosa que hacer), me interné en este fascinante mundo de los juegos de cartas… ¿creía en esa época que algo de lo que ahí aprendiera lo aplicaría hoy en los proyectos de experiencia de usuario? Obvio que no.